Danza y poética. La escuela profesional de danza de Mazatlán
Esta es una escuela donde la vida académica se comporta como un organismo creador. Crece, es mutable y se reproduce año con año. Es un desafío armónico al modelo educativo institucional y a la vez cabe dentro de las estructuras oficiales. Es una cuna de poéticas porque los maestros también integran un grupo profesional artístico que se llama "Delfos, danza contemporánea". La Escuela Profesional de Danza de Mazatlán (EPDM) es una extensión del grupo Delfos. Patricia Cardona ha insistido en los alcances y el valor de la fusión del estudiante con el artista creador profesional. Solo así pueden generarse comunidades poéticas. Y lo comprueba. De ahí que la EPDM haya sido un parteaguas, incluso en la definición de los planes de estudio. Desde su fundación, el programa curricular revolucionó la enseñanza. Esto ha generado resultados tangibles e intangibles que no se pueden cuantificar, pero se ven y se sienten de muchas maneras en Mazatlán. Una comunidad poética hace que cada uno de sus miembros sea un observador interno permanente, un conocedor, un visionario, un oráculo, un inspirador, un ser intuitivo, un hacedor, un inventor y un oyente que sugiere y suscita una vida vibrante en los mundos internos y externos. Víctor Manuel Ruiz y Claudia Lavista son la raíz de este prolífico “árbol de la vida” llamado EPDM. Nunca imaginaron que la escuela se convertiría en un polo de atracción para una juventud internacional deseosa de palpar su real potencia. ¿Cuántas de las compañías de danza contemporánea que hoy existen, cuántas escuelas que se han generado o los talleres que han surgido vienen de sus egresados? La numeralia es fuera de serie. Esta es una historia digna de ser contada.